T. KINGFISHER
El día que ella nació, las hadas la arrebataron de su familia, pero creció protegida y amada en las agradables aguas del país de las hadas. Sin embargo, al llegar a la edad adulta, las hadas le pidieron un favor: regresar al mundo humano y bendecir con su protección a una niña recién nacida. Una misión sencilla, ¿verdad? Pero con las hadas no hay nada sencillo.Siglos más tarde, un caballero se acerca a un imponente muro de zarzas, donde las espinas son tan gruesas como brazos y tan afiladas como espadas. Se cuenta que en ese lugar existe una maldición que debe romperse, pero esa misma maldición es la que ella juró proteger para siempre