HECK, ELISABETH
El mamut movió de un lado a otro su enorme cabeza, balanceando sus peligrosos colmillos. Con su trompa rozó la roca; Mirko se replegó y contuvo la respiración. Luego el mamut lo sujetó y lo lanzo al aire. Entre el follaje de un árbol, Mirko sólo pensó en trepar muy alto...